
KEEP PORTLAND WEIRD.
En Portland huele a marihuana, los donuts sientan mejor que las manzanas, las sopas pican y la cerveza sabe a zumo natural. Las conductoras de Uber regalan cepillos de dientes, la gente hace yoga con cabras y los libros se cuentan por millones.
Portland es rara, rara, rara. Pero también es verde y libre (con sus cosas buenas y sus cosas malas). En las calles se mezcla el arte, la modernidad, la riqueza y la pobreza más visible.
De los puestos de comida de Alder Street (llenos a la hora del almuerzo), a los numerosos parques de la ciudad, o a las tiendas de segunda mano del otro lado del río, hay que ir en bicicleta (o en monopatín). Porque andar es de “losers”, aunque los coches te dejen pasar.
Principios de octubre es la temporada del lúpulo fresco en Oregon. La mejor y única oportunidad para probar este tipo de cervezas, diferentes y más que fugaces, pues solo duran unos días tras la cosecha y fabricación.
