
BIG SUR.
DONDE LAS GRANDES MENTIRAS.
En Big Sur la carretera se cubre de niebla, los puentes cuelgan sobre acantilados de vértigo y lo importante es disfrutar del camino. No hay pérdida. Solo hay que seguir la Pacific Coast Highway (de arriba a abajo) hasta que se apague el día.
Y para eso, lo mejor es amanecer muy temprano. Dejar atrás los carísimos moteles de la costa y empezar la mañana navegando con el capitán Mike para despertar a las ballenas más remolonas. Se permite llorar de emoción y recuperar las fuerzas (da mucha flojera ver como los enormes cetáceos se sumergen en el mar oscuro por debajo del barco) con un donut de los de toda la vida, sujetado por un papel grasiento que ya de por sí alimentaría a toda la población de Monterrey. Donde, por cierto, comienza la ruta. Donde, por cierto, se rueda la serie Big Little Lies.
Tras dar un paseo por Cannery Row –su calle principal- siguiendo el olor a marea baja hasta el embarcadero, empieza el verdadero road trip.

En la carretera que atraviesa Big Sur hasta las rectas son curvas y el mar se esconde entre los árboles. Parques naturales, cascadas que caen directamente a la playa, restaurantes de comida ecológica en medio del bosque y elefantes marinos que siempre parecen contentos.
Ellos, los habitantes más famosos del lugar, posan libres y sin prejuicios ante las cámaras de los turistas. Mientras, en lo alto de la colina , el espíritu de “ciudadano Kane” maldice desde su castillo (Xanadú en la famosa película) a la familia de pinnípedos que cada día le roban notoriedad.
William Randolph Hearst,
eligió San Simeon para construir su castillo…
