NUEVA YORK. DONDE ESTO, AQUELLO Y TODO LO DEMÁS.

Aunque la Blue Ridge Parkway recorre solo los estados de Virginia y Carolina del Norte, Nueva York y Nashville (cada ciudad a un extremo de la ruta) servirán de punto de partida y final en un road trip lleno de contrastes.

En este caso la Gran Manzana simplemente es el puerto donde atracar. Pero menuda forma de empezar. Dos o tres días serán suficientes –aunque nada es suficiente en “the city»- para probar un perrito caliente, pasear por Central Park, soñar con dinosaurios y fingir ser el personaje de alguna serie en sus escenarios de película.

Despertar con la salida del sol, pasear por el High Line con un donut y un café en la mano -mientras los de allí queman las calorías que te estás comiendo y te comerás- y llegar hasta The Village para fotografiar ese edificio donde vive gente de verdad -pero que para ti siempre será el de tus “colegas”- puede ser un buen plan para comenzar.

Saborear un orgásmico sándwich de pastrami, unos tacos con horchata de arroz o un canoli de cualquier pastelería de Little Italy, te dará fuerzas para cruzar el puente de Brooklyn o para aguantar de pie en cualquiera de los ferrys que atraviesan el río.

Pasear por la orilla hasta que duelan los pies o hacer amigos en un Uber Pool, te llevará hasta el barrio más judío y más hispter a la vez. Donde los churros valen millones y los donuts son de espaguetis con bacon, huevo y pimienta. Donde se come con los dedos, pero con vistas. Donde no venden alcohol aunque parezca un botellón. Donde se acaba el largo día con la puesta de sol. Aunque las noches también pueden ser eternas.

Eso sí… amanecer temprano y en un hotel del centro (en este caso solo serán un par de noches y merece la pena), te permitirá recorrer con calma, y con menos empujones, la zona de Times Square, los rascacielos de vértigo, cada rincón de Central Park con nombre de canción y pasar de una era a otra entre restos de dinosaurios de verdad. ¿De verdad?. Sí, de verdad.

Porque Nueva York tiene mucho de ciencia y de ficción, pero además tiene aceras que fuman, calles que brillan, gente que corre, delis que no cierran y ardillas que roban.

Porque en Nueva York siempre pasa esto o aquello.

Y eso también.